El viejo profesor.

Recibí el viernes pasado, cuando glosé el 250 aniversario de Mozart, una petición de Pablo sobre otro aniversario: el vigésimo de la muerte de Enrique Tierno Galván. Y no haré una, sino dos entradas, la primera con el comentario con que Pablo vino a reparar mi tardanza, ahí va, integra:

Ya que Heptafon no quiere hablar del aniversario de Tierno Galván, lo haré yo. Expondré una teoría que se me ha ocurrido recientemente. Por claridad en la exposición, seguiré el cánon clásico:

Introducción. En la vida política española que he vivido sólo recuerdo dos personajes que han tenido unos funerales "espectaculares": Franco y Tierno Galván. A estas alturas, de la muerte de Franco sólo me queda una pregunta y una pena: la pregunta es ¿por qué la noche del día 19-11-75 TVE sustituyó el programa previsto por la emisión de la película "Objetivo Birmania", que por cierto yo ví? Y la pena es no conservar mi cuaderno de 6º de EGB con el panegírico con que, a modo de dictado, nos obsequió y amedrentó el profesor de Lengua unos días más tarde. Del funeral de don Enrique creo que hay voces más autorizadas que yo en este blog para describir cómo se vivió.

Nudo. De esos dos personajes, uno es, digámoslo piadosamente, anterior al actual periodo democrático, así que ningún partido cabal estará "muy" interesado en su figura. Del otro tampoco es que se acuerde quien debiera, el PSOE, pero socialista era al fin y al cabo. Así que el PP, por fas o por nefas, pudiera ser que sintiese un cierto complejo de inferioridad del que desease liberarse (y de paso escarmentar a su adversario): Tierno Galván tiene un gran parque en Madrid. ¿Con qué puede contrarrestarlo el PP?Claro que para conseguir quitarse ese complejo hace falta que se den las circunstancias que concurrieron en la muerte del viejo profesor, que básicamente se resumen en dos: una, que el gobierno central sea del PP, y la otra, que la víctima (nunca mejor dicho) propiciatoria sea un político ya entrado en años (cuantos más, mejor), reverenciado por las bases del partido, y que en el momento postrero presida un ayuntamiento o incluso una comunidad autónoma (esto además facilita luego poner el nombre del finado a un parque o una ciudad de la cultura). ¿Algún candidato en el PP?

Desenlace. Las dos condiciones de antes rarísimamente coinciden en el tiempo, de modo que si se falla... Pasa como con los eclipses. Si el PP no hubiese perdido las elecciones del 2004 ni las gallegas del 2005... Pero perdió no una sino las dos. ¿Será por eso por lo que están tan desesperados?

Esta es la intervención íntegra de Pablo, que creo es merecedora de ser protagonista de una entrada de este blog, más bien me pregunto si este blog es merecedor de esta entrada, pero en fin, se agradece.