Interrail (22) Noche a bordo.

Estación de tren de Heildelberg, observense las escaleras a la izquierda. derecha.

Aprovecho el tirón de estos días en Madrid para seguir con el bucle nostálgico de interrail. O quizá sólo sea un ejercicio memotécnico. No lo se. Desde luego más me vale que no sea un ejercicio de literatura ;-b.

La noche del xx al xx de agosto la ibamos a aprovechar para el viajes más largo desde que llegamos a Italia: Heildelberg-Copenhague (København en idioma local). Como la estación de partida no es excesivamente importante que digamos, la parada del tren era corta: teníamos unos 5 minutos para subir a bordo. Como una media hora antes (calculo que el tren saldría rondando la medianoche) ya estábamos en el andén con las mochilas y demás parafernalia.  Y así pasábamos la espera, sentados en una escalera de acceso al andén cuando llegó el tren con puntualidad alemana. Temiendo una puntualidad similar en la salida echamos a correr hacia los vagones más próximos, el tren habian parado un poquillo lejos de donde estábamos. En el último momento don't volvió la vista atrás y vio un bulto en las escaleras. Llamó mi atención y volvimos a la carrera para encontrar: la cartera de Kk donde guardaba prácticamente todo el dinero, el pasaporte, los cheques de viaje y el interrail. Casi nada. Lo había dejado atrás en nuestra salida precipitada. De común acuerdo, don't y yo decidimos ocultar nuestro hallazgo con la intención de que Kk aumentase el cuidado que ponía en cuidar sus pertenencias, bastante escaso, para muestra, lo que acabamos de contar . 

A todo esto el tren partía y llegaba la segunda parte: buscar acomodo en algún vagón. Lo ideal era encontrar algún compartimento vacío, mejor aún si era más de uno. Nos habíamos separado y tras comprobar que en el vagón que revisé no había sitios regresé sobre mis pasos para encontrarnos con Kk que nos llamaba: "¡he encontrado un compartimento vacío!". Cuando llegamos vimos que, aparte de la mochila de nuestro compañero, figuraba un individuo con gafas y barba de unos veintitantos  junto con su equipaje. Tal presencia provocó la frustración de Kk que no pudo evitar decir: "el sitio estaba vacío si no fuese por el gilipollas este". Lo que no esperábamos es que el susodicho respondiese "oye, si molesto, me voy...". 

El hombre resultó ser un chileno exiliado que estudiaba en Alemania desde hacía algún tiempo. Nos estuvo contando su vida en Europa y pasamos un rato entretenidos por lo que estábamos despiertos cuando llegó el revisor y nos pidió los billetes. Fue nuestro momento de sádico disfrute, comprobar como demudaba el rostro de Kk al no encontrar por ningún lado sus papeles. No fuimos excesivamente crueles y le entregamos la cartera apenas el revisor nos hubo chequeado al resto, antes de que empezase a revolver el contenido de la mochila.  A partir de ahí un tupido velo hasta que llegamos a Hamburgo, escala y cambio de tren en nuestro recorrido. Igual hasta dormimos algo. 

Y ya que estoy con Kk (btw: Kk significa Klein Karl y btw significa por cierto), voy a recordar una anécdota que debió suceder en Austria, pero por no recordar el sitio exacto, no la he escrito todavía. En un supermercado, nuestro lugar de avituallamiento habitual, todo empezó con Kk fumando en el interior. Un encargado se acercó y le indicó que no se podía fumar. Ajeno a esta advertencia, perfectamente inteligible a pesar del idioma (imho), nuestro colegui siguió apurando el pitillo mientras decía: "¿qué pasa?, ¡qué pasa!, pero ¿qué quiere?" en perfecto castellano. Ignorando sus protestas y ante la imposobilidad de hacerse entender, el empleado le quitó el cigarro y lo apagó en un cenicero que había a la entrada, mientras le mostraba un signo gráfico de prohibido fumar (Rauchen Verboten). Proseguimos la compra. En la charcutería, Kk señalaba el embutido que quería comprar. Cuando le preguntó el dependiente que cantidad deseaba, nuestro protagonista de hoy, respondía: "cien gramos". Como el empleado no daba señales de entender nada (antes bien, todo lo contrario), Kk empezó a elevar su volumen de voz hasta que se acabó desgañitando: "CIEN GRAMOOOS".  Finalmente intervinimos para traducir al probo dependiente las dos palabras (mi nivel de alemán) no daba ni da para mucho más. Es curioso constatar como, con el paso del tiempo, Kk es el que más y mejor domina el alemán de largo. Y de hecho, atribuyo estos lapsus al tren-lag  que todos sufríamos en mayor o menor medida..

 (la foto la he tomado de http://www.desiro.net/706-Bahnhof-Heidelberg-Nacht.jpg)

Nota de 7/4/2015, La foto ha desaparecido, he colocado esta otra.