Catalunya es cataluña: mi opinión

Antes describí los hechos tal y como los conozco. Ahora opinaré: a mi este nacionalismo me parece muy del siglo XIX, cuando mucha gente no salía más allá de 20 km de su lugar de nacimiento en toda su vida. Los estados como España son muy del XX y pienso que hay que diluir las identidades nacionales si queremos llegar a algún sitio a medio plazo. Imagino una Europa con un gobierno único elegido directamente. Unos estados unidos de Europa, donde los estados componentes no tienen porqué ser los existentes actualmente. Sin esto, el continente quedará como destino vacacional para los ricos chinos y USA y sin ninguna relevancia internacional. Estamos cerca de eso.

Ya he expuesto de manera bastante explícita que el PP tanto en el gobierno como en la oposición ha llevado una gestión nefasta de este tema.En general las autonomías son una concepción poco afortunada, que sirve para igualar a todos, cuando las aspiraciones no lo eran. O me van a contar que un castellano manchego en 1978 tenía en mente el autogobierno (lo del diseño de las comunidades da para otra entrada. Existe un asimetría importante, además. No hace tanto, Rajoy dijo que no se modificaría la financiación autonómica, que sería igual para todos, cuando sabía que no era así. Que dos autonomías gozaban de prebendas de las que las demás carecían. En conclusión: este actor político (me refiero al PP) no sirve para interlocutor.

Artur Mas no es sino otro político de raza (hispana), que hará las trampas que sea para mantenerse en el poder a pesar de no hacer sino perder apoyos. Tampoco vale.

Los nacionalistas catalanes han creado una mitología nacional muy atractiva para mucha gente que la interpreta como real. Ofrece un elemento de ilusión del que no dispone la otra parte. Es Moisés ofreciendo la tierra prometida, donde aumentará la esperanza de vida y los pensionistas cobrarán más (dos promesas reales). Han creado un enemigo, también, y eso es muy peligroso. Cuando una vecina de Gerona comenta que en León dan tapa gratis con las consumiciones le responden: "claro , con lo que nos roban a los catalanes". Una actitud similar a la que observé en unas jóvenes vascas que fueron a conocer, en los 80, cómo vivían los "opresores del pueblo vasco", y se encontraron casas de adobe y pueblos sin ninguno de los equipamientos que ellos disfrutaban. Hay mucho desconocimiento y desconfianza mutua. Me maravilla la capacidad de los nacionalistas para creerse el centro del universo y la facilidad con la que asumen el victimismo de los oprimidos. 

Cataluña tiene una balanza económica a su favor con el resto de España, teniendo en cuenta todos los flujos, no sólo los impuestos. Creo que todo independentista informado lo sabe, pero la clave del alejamiento no es sólo económica, es ya sentimental y eso es difícil de reconducir.

Y no hay que olvidar que este conflicto tiene beneficiarios directos. Mucha gente prospera gracias al enfrentamiento. El PP puede presumir de adalid de las esencias patrias. CDC tiene algo que los distingue del PP social y económicamente se pueden intercambiar no ya los programas sino los hechos de gobierno y ambos pueden agitar el espantajo para apartar las vista de sus miserias. 

Echo en falta posiciones de acercamiento por ambas partes. Parece que hasta ahora sólo han hablado los radicales, espero que alguien de cierta estatura emerja para tender puentes y resolver este tema antes de que se produzca lo más lamentable, que aparezca la violencia. 

Posturas con las que estoy de acuerdo están reflejadas en estos dos artículos: este de Ángel Sanz en inglés y este de Eduardo Mendoza. Hacen falta más voces como esas.

Mi última, definitiva sensación, está siendo la de hastío, hartazgo de contemplar la victoria de la estupidez que parece adueñarse de la mayoría de los protagonistas de esta historia.