Empecemos con poco de historia. En algún punto de los años ochenta la industria musical perdió gran parte de su apellido y pasó a ser industria a secas. Como decía Robert Fripp, guitarrista de King Crimson, cualquiera con experiencia en una fábrica de galletas se consideraba suficientemente cualificado para dirigir una discográfica. Dicho de otra forma; se pasó a tratar la música como una mercancía más. Donde antes se valoraba hasta cierto punto la calidad artística de la propuesta (de acuerdo con criterios diversos, es cierto), se pasó a valorar casi en exclusiva el potencial mercantil del producto: tanto vendes, tanto vales. Por supuesto que hubo (y hay) excepciones pero un oasis no priva al Sáhara de su condición de desierto. En esas estamos cuando la industria dio el golpe de mano perfecto: desde el 1980 estaba disponible un nuevo formato el CD, más barato de fabricar, almacenar y distribuir que coexistía con los vinilos. Sin embargo, debido a la aureola de mayor calidad y durabilidad del mismo (conveniente e interesadamente difundida) su precio lo fijaron en torno a un 40% más caro. Negocio redondo por:
- mayor margen de beneficios
- se vuelve a vender el mismo catálogo de nuevo: los fans se compran en CD lo que ya tenían en vinilo (este efecto explica en parte el record de 700 y pico semanas en las listas de USA de Dark side of the moon)
Una discográfica podía hacer lo siguiente: sacar Thick as a brick (1972, el disco original representaba un típico tabloide británico) en CD con una portada consistente en un trozo de papel doblado que recortaba la portada original y reducía las 12 páginas originales a 4 y cobrarte por el engendro (en oferta) lo mismo que costaba un vinilo nuevo. Por un coste mínimo, la compañías volvían a hacer caja. Y ojo, que había casos aún más sangrantes...
Casi todo lo dicho para la industria musical es aplicable a la cinematográfica: cámbiese vinilo por VHS y CD por DVD y como en este caso la mejora en calidad y durabilidad era mucho más evidente: la subida de precios también lo fue...
Ya tenemos la situación de la industria audiovisual a finales de los 90 justo en el advenimiento de la banda ancha y la popularización del formato digital de audio comprimido, principalmente (aunque no sólo) el mp3.
Y en este punto dejo la entrada, que empieza a ser demasiado extensa. Otro día publicaré la continuación.
La foto no tiene nada que ver con el tema, únicamente es una demostración de que a veces no hay que buscar la inspiración muy lejos.
3 comentarios:
Tengo que seguir con la saga de la India antes de que se me olvide.
Y con la segunda parte de la presente. Me interesa.
Fanny
Hepta, es la primera vez que veo un bodegón con la pegatina de la mandarína. La foto me gusta.
Marcos
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